¿Obligar a leer?

¿Obligar a leer?

Borges es un autor fabuloso. Admiro profundamente su estilo narrativo: disfruto como una chiquilla leyendo sus cuentos, tan complejos, tan fantasiosos, tan únicos. Sin embargo, el otro día me encontré con una de sus reflexiones y, bueno, nadie es perfecto… La frase decía así:

Si no te gusta un libro, no lo leas; si no te gusta leer, no lo hagas. La lectura no es una moda, es una forma de felicidad y no debe obligarse a alguien a ser feliz.

Jorge Luis Borges

En este artículo quiero explicarte por qué, bajo mi punta de vista, Borges patinó un poquito al hacer esta afirmación.

El hábito hace el gusto. Al principio, a nadie le gusta leer. Hay niños que tienen más interés por la lectura que otros, pero en general no es una actividad “placentera” porque requiere mucho esfuerzo cerebral. Cuanto más leemos, menos esfuerzo y más placer.

No existe eso de “no me gusta leer”. A todas las personas nos gustan las historias, de ahí el éxito de los cotilleos, de las series de Netflix o de los programas del corazón. El problema es que hay personas que tardan mucho en encontrar libros que expliquen una historia que les llame la atención, de una forma que les atraiga y les interese. Por ejemplo: no es lo mismo que te explique la Segunda Guerra Mundial una señora de ochenta años, con voz monótona y muchos datos técnicos; que una mujer de cincuenta con mucha energía, desparpajo y capacidad para resumir. Habrá quien prefiera a la primera narradora y habrá quien prefiera a la segunda. Y habrá quien, directamente, rechazará a las dos porque el tema no le interesa lo más mínimo.

Puedes decidir no leer en tu tiempo libre, pero antes tienes que aprender a leer lo suficiente… Cuando eres adulto puedes decidir no leer y que no tenga consecuencias en tu desarrollo, pero con la infancia es más delicado. Te pongo un ejemplo: que tú, Antonia, que tienes sesenta años, prefieras pasar tu tiempo libre viendo Los Bridgerton que leyendo Anna Karenina, está genial. Pero tu nieto Paco necesita aprender a leer de forma fluida para convertirse en una persona con comprensión, capacidad crítica y argumentativa.

Obligar es feo, pero a veces es preciso

Hay aprendizajes que son necesaros para el buen desarrollo de los niños/as y que, por lo tanto, necesitas reforzar. Imagina que tu hija Marina tiene complejo de gato y cada vez que ve el agua se le eriza la piel y saca las uñas. Cada noche, cuando llega la hora de la ducha, dice que no quiere, no le apetece, no le gusta.Sabes, perfectamente, que le obligarías a ducharse. No le dejarías oler a rancio…

El tema aquí está en desde dónde y cómo lo haces.

¿Desde dónde educamos?

Desde el conocimiento, el respeto de intereses, la conciencia de que es necesario para el niño/a, el cuidado.

La reflexión sería algo así:

  • Sé que no quiere leer/ducharse/comer porque…
  • Creo que le resultaría más cómodo leer, ducharse, comer si…
  • Sé que es bueno para él/ella que lea/se duche/coma porque….

¿Cómo educamos?

Con lenguaje declarativo (que no imperativo), respetando el ritmo y los tiempos del niño/a, estableciendo límites y creando pactos.

Se vería así:

  • No le digo cómo lo tiene que hacer, pero le explico que tiene que hacerlo.
  • Razonamos juntos/as sobre la importancia que tiene.
  • Comprendo el ritmo del niño/a y trato de respetarlo.
  • Creamos rutinas y pactos conjuntos.

Si no te gusta un libro, averigua por qué; si no te gusta leer, prueba a hacerlo de vez en cuando.

La lectura no es una moda, es una herramienta que te ayuda a comprender el mundo, a ser crítico/a frente a él y a comunicarte de forma más efectiva.

Judith G.

Déjame en comentarios qué piensas tú al respecto. Siéntete libre de preguntarme lo que necesites, porque te voy a responder encantada de la vida.


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